Fiesta de las Candelas

Fiesta de las Candelas

Días 2, 3 y 4

Un grupo de mayordomos elige a sus correspondientes soldados: un capitán, un teniente abanderado, un teniente, un alférez, un sargento, varios cabos, sin número fijo, un pagador, un yuntero, y el cura de las candelas, a la manera de una botarga, vestido de frac y sombrero de copa; conjunto o especie de soldadesca que se conoce con el nombre común de los funcioneros.

Llevan picas engalanadas con flores y cintas de colores. A la hora de la misa acuden todos al templo parroquial donde dejan las picas y forman una especie de procesión hasta recoger las velas o candelas encendidas durante el tiempo que dure la misa y la procesión de la Virgen que tiene lugar después de haber dado a  la bandera. A la hora de la comunión, la tropa de la soldadesca permanece de rodillas a los pies del altar mayor donde asisten al sacerdote cuatro monaguillos escoltados por otros tantos cabos.

Posteriormente, un niño-símbolo de pureza-ofrece dos pichones blancos en recuerdo de aquellos que ofreció  a la Virgen el día de su purificación, a los cuarenta días del parto.

Terminada la misa el sacerdote bendice un par de mulas pintadas en sus ancas con motivos de tipo geométrico, estrellas, etc, y después la comitiva se encamina hacia la plaza lanzando las picas al cielo para ver quién llega más alto, siempre que en su bajada no caigan al suelo, puesto que ello tendrá un castigo para los mayordomos.

Una vez en la plaza tienen lugar los ondeos de la bandera, como nuevo acto de destreza. Cada uno de los funcioneros, dando a la bandera deberá liarla con un solo brazo y desliarla posteriormente.

Después de la comida se procede a la lectura de la carta de las Candelas, es decir, una colección de sencillas composiciones poéticas en que se dan a conocer los pecados de los propios funcioneros. Nueva purificación pública de quiénes como soldadesca, representan al pueblo y su pecado colectivo.

Es de destacar,  el que antes de la lectura de esta carta, los funcioneros den varias vueltas a la plaza del pueblo corriendo perseguidos por un jinete vestido estrafalariamente, especie de moro, al que a su vez siguen las mulas pintadas, que parece no poder llegar a alcanzar la soldadesca.