Procesión de la Recogida de la cera
Según cuenta la tradición, la princesa Elima acudió al castillo de Peña Bermeja de Brihuega en busca de salud en compañía de su padre el rey moro de Toledo Aly-Menón. Estaba custodiada por un esclavo cristiano conocido como El Cimbre, que la inició en el cristianismo.
Hasta tal punto que una noche, a los pies de un inmenso barranco se le apareció la Virgen, y descendiendo la peña, en una de las oquedades encontró una imagen la María. Hecho que convirtió definitivamente a la princesa Elima a la fe de Cristo. Con el transcurso del tiempo y para conmemorar este suceso, se realizó una procesión en la que se debía llevar velas encendidas y alfombrar las calles del pueblo con espliego.
En una ocasión, fueron a comprar a un comerciante judío hachones de cera (vela de cera grande y gruesa) y acordaron pagarle únicamente la vela consumida en el recorrido de la procesión. Unas cuantas horas después y ya terminada ésta, devueltas y pesadas las velas, comprobaron que el peso de las mismas no había menguado ya que no se habían consumido y por contrario, habían aumentado de tamaño y peso.
Por este motivo, en la actualidad la procesión recorre las calles de Brihuega con los cirios apagados y un manojo de espliego en la mano, acompañada por la banda de música y los gigantes y cabezudos, que con sus varas de mimbre hacen correr a los chiquillos de la población.