Del Cretácico al esplendor visigodo sin salir de Guadalajara

Del Cretácico al esplendor visigodo sin salir de Guadalajara

 La riqueza del patrimonio arqueológico, paleontológico y etnográfico de la provincia de Guadalajara es reflejo de su importante pasado. Visitando algunos de los yacimientos arqueológicos y paleontológicos de la provincia, podemos hacer un recorrido por la historia de nuestra región y, también, de la Península Ibérica, contemplando cómo ha evolucionado a lo largo de los siglos.

Desde los seres del Cretácico Superior, mucho antes de la existencia de los humanos, pasando por las primeras civilizaciones prehistóricas hasta la romanización y la Edad Media, los restos descubiertos permiten profundizar en las diversas culturas que habitaron cada área que nos proponemos visitar, a modo de recorrido etnográfico, que bien se puede completar con otros atractivos naturales, monumentales y gastronómicos que encontramos junto a los yacimientos.   

Las huellas de Tami 

Nos dirigimos a la Sierra Norte, al Centro de Interpretación Paleontológica y Arqueológica de Tamajón (CIPAT). A unos 40 minutos de Guadalajara capital, el centro se encuentra situado a la entrada del pueblo, en el primer desvío a la izquierda según se llega por la carretera CM-1004. 

El centro está ubicado en un edificio que mantiene, en su exterior, los cánones de la Arquitectura Negra. Nada más entrar, llama la atención una magnífica reproducción de una especie de cocodrilo. Se trata de un cocodriloformo, hecho a escala real, que generó muchas de las huellas fósiles encontradas en la zona, y al que se bautizó cariñosamente como Tami.  

El espacio museístico se divide en tres zonas: la sala dedicada a los Fósiles del Cretácico, la sala de la Evolución Humana y la dedicada a la Piedra de Tamajón. Pero no se trata solo de un centro que atesora piezas en sus vitrinas y muestra recreaciones de gran realismo. El recorrido por los materiales y hallazgos expuestos de la mano de Sergio, el paleontólogo que te guía por el centro, convierten la visita en una inmersión al pasado, en un recorrido evolutivo por la historia del ser humano. 

Y es porque el CIPAT, que abrió sus puertas en 2021, es fruto de la colaboración del Grupo de Investigación PaleoIbérica de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), que integra investigadores de distintas especialidades paleontológicas de varias universidades de España y Portugal, y del Ayuntamiento de Tamajón. El centro se ha convertido en muy poco tiempo en un referente de la divulgación científica y didáctica para todos los públicos, y recientemente ha sido reconocido por la administración regional como Mejor Proyecto Turístico Sostenible de Castilla-La Mancha.

La sala de los Fósiles del Cretácico se centra en la riqueza paleontológica de la zona, especialmente en el último período de la Era Mesozoica, la de los reptiles, poco antes del inicio de la fragmentación del supercontinente Pangea. En aquel entonces, gran parte de lo que hoy es la Península Ibérica estaba cubierta por agua, mucho antes de la aparición de los primeros humanos. Hay numerosas icnitas (huellas fósiles) de vertebrados del Cretácico Superior, datadas hace unos 95 millones de años, como cocodrilos de distintos tipos, dinosaurios terópodos y tortugas. Esta zona es especialmente relevante porque alberga una de las mayores concentraciones de huellas de vertebrados del Cretácico en Europa. 

Emocionadas pasamos a la sala de la Evolución Humana, dedicada al Pleistoceno Superior, que abarca entre hace 120.000 y 11.000 años. El espacio está protagonizado por las espléndidas recreaciones, de gran tamaño y muy realistas, de un varón neandertal y una mujer cromañón (Homo Sapiens). Fue gracias a los hallazgos hechos en el cercano yacimiento del Abrigo de la Malia donde se constató la presencia de los primeros Homo Sapiens en el centro peninsular en los albores del Paleolítico Superior, dentro del marco humano o arqueológico del gélido Pleistoceno. Además, en las vitrinas de la sala se pueden contemplar herramientas de esa época, restos humanos y hallazgos que atestiguan el tipo de fauna existente en la zona que sirven para comprender cómo era la vida de estos grupos humanos. 

Algunas de las piezas que observamos son réplicas, dado que por su gran valor los originales se encuentran expuestas en el MUPA (Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha) en Cuenca y en el MAN (Museo Arqueológico Nacional) en Madrid.

Por último, en la sala de la Piedra de Tamajón, dedicada al patrimonio geológico, conocemos la historia de una piedra caliza de gran calidad propia de la zona y extraída en las canteras de la localidad, que fue utilizada en diversas e importantes construcciones en el pueblo y en la zona centro del país. 

En otro edificio, muy cerca del CIPAT, se ha creado otro espacio museístico visitable, aún no inaugurado oficialmente, donde se recrea una escena de caza del Pleistoceno Medio con un grupo de neandertales despiezando un gran elefante de gran realismo.

Terminada nuestra visita al CIPAT, nos paramos a ver los carteles informativos de la entrada, que nos invitan a conocer la zona con sus numerosos atractivos. No podíamos irnos sin dar un paseo por el pueblo para ver sus edificios históricos y singulares, como su Ayuntamiento o la Iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción. También exploramos los alrededores, fascinándonos con su rico patrimonio natural, destacando la Ciudad Encantada, un entorno kárstico con muchas y singulares cavidades ricas en sedimentos del Pleistoceno Superior, donde se hallaron algunas de las piezas expuestas en el Centro de Interpretación. Para recuperar fuerzas, haremos una parada para disfrutar de un buen asado, de los panes preñaos y los dulces típicos del pueblo.

El CIPAT se puede visitar por solo 1 € por persona, con visitas guiadas cada hora en punto que duran aproximadamente 40 minutos. Está abierto los jueves de 10:00 a 14:00 horas, los viernes y sábados de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 19:00 horas, y los domingos y festivos de 10:00 a 14:00 horas. Los jueves y viernes están reservados para grupos con cita previa, por lo que el horario habitual de apertura puede verse alterado.

Y es muy recomendable reservar también para hacer, junto a la visita, una ruta guiada para conocer la Ciudad Encantada de Tamajón o la Geología del Cretácico. Además, con la llegada del buen tiempo es habitual que se realicen jornadas científicas, actividades didácticas como el Geolodía y visitas guiadas a los principales yacimientos paleontológicos y arqueológicos del municipio, en plena actividad durante esa época, como son el Abrigo de La Malia, la Cueva de los Torrejones, Peña Capón, en Muriel junto al embalse, o en Sacedoncillo.  

Uno de los mejores castros celtíberos 

Aún con el recuerdo de nuestro viaje a la Prehistoria, damos un salto en el tiempo y viajamos hasta la Edad de Hierro y el Señorío de Molina. En las estribaciones del Alto Tajo, ya muy cerca de Molina de Aragón, a hora y media de Guadalajara, llegamos a Herrería. Desde nuestro carril, a solo un metro del cartel que anuncia el comienzo del pueblo, sale un camino a la derecha. La vegetación no deja ver muy bien el cartel que indica castro celtibérico, y casi nos lo pasamos. 

Seguimos el camino de tierra y a los pocos metros, en la bifurcación, hacia la izquierda tomamos una pista en cuesta, accesible para todo tipo de vehículos. Un cartel anuncia la proximidad del yacimiento de El Ceremeño. En poco más de cien metros, llegamos a una zona con espacio para aparcar el coche y una pequeña caseta con información y planos del yacimiento.

Ascendemos por un camino donde aparecen los primeros carteles informativos y en la cima del pequeño cerro nos unimos a un grupo de visitantes madrileños que rodea a Rosana, nuestra guía por este enclave que perteneció a los celtíberos, un conjunto de pueblos prerromanos que habitaron los territorios que se extendían entre el sur del valle del Ebro y la cabecera del Duero, y de cuyas etapas más antiguas, de la Edad del Hierro, este es uno de los yacimientos más representativos y el que ha permitido conocer mejor a los habitantes que las ocuparon. 

Por su interés y especiales características, El Ceremeño, excavado entre los años 1986 y 1999, bajo la dirección de María Luisa Cerdeño, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Zona Arqueológica en 1990 y es un yacimiento visitable desde 1999. 

El poblado se caracteriza por ser un asentamiento fortificado ubicado en un lugar estratégico, un cerro testigo de poco más de mil metros de altitud, y unos 2.000 m2 de extensión, sobre la vega del arroyo Saúco. Forma parte de una zona con numerosas aldeas fortificadas, denominados castros, autónomos aunque con vínculos económicos y defensivos entre ellos, en los que vivían pequeños grupos de personas dedicadas a la ganadería y la agricultura.  

 

Paseamos entre las basas de lo que fueron las paredes de unas 40 viviendas, superpuestas y correspondientes a dos fases distintas de la existencia del asentamiento. El primer poblado, fechado entre los siglos VII a V a.C. -Edad del Hierro-,  fue destruido por un incendio y quedó abandonado por sus habitantes. Pero no más de una generación después, entre los siglos V y IV a. C. -periodo celtibérico pleno-, se volvió a ocupar con algunas variaciones en la distribución urbana y en el sistema defensivo. 

A poco más de 500 metros, nos explican que se descubrió también una necrópolis asociada al poblado y que está situada al otro lado del arroyo. Cuenta con varios niveles de ocupación superpuestos que demuestran el carácter sagrado del emplazamiento durante muchas generaciones y que en los últimos niveles se han encontrado monumentos funerarios de la época de ocupación celtíbera. 

Los objetos encontrados durante las campañas de excavación del yacimiento se reparten entre las salas y vitrinas del Museo Provincial de Guadalajara y el Comarcal de Molina de Aragón. Además, en el Museo Arqueológico Nacional se exhibe una maqueta que ofrece una magnífica reconstrucción del poblado.  

Antes de despedirnos, nuestra guía, Rosana, hace gala de su tierra y nos da unas pequeñas explicaciones sobre la Torre de Aragón, en la cercana Molina de Aragón, que se levanta sobre un antiguo castro celtibérico, y acerca del Prao de los Judíos, un yacimiento que fue poblado desde la época califal hasta bien entrado el siglo XVII y que conserva las huellas de toda esa evolución socio-cultural. Animadas por sus consejos, completamos nuestra visita recorriendo estos y otros lugares de interés de la capital de la comarca. Y aún encontramos tiempo para probar la gastronomía local: unas migas y una carne de caza con unas buenas setas y unas ricas patas de vaca de postre. 

La ciudad perdida de Caraca

De vuelta a la carretera, seguimos en nuestro avance histórico. Damos un salto hasta la romanización y nos dirigimos al último de los yacimientos descubiertos en la región, que puede ser quizás el más relevante de todos ellos: la ciudad romana de Caraca, en Driebes, en la baja Alcarria.

Perdida y buscada durante siglos, no fue hasta 2016 cuando se empezó a intervenir en el Cerro de la Virgen de la Muela de Driebes. Las referencias de autores clásicos como Plutarco y de otros muchos eruditos e investigadores a la ciudad romana de Caraca durante siglos confirmaban su existencia pero no concretaban su ubicación. 

Los indicios de la localización de la Caraca comenzaron en el siglo XVI cuando una riada dejó algunos hallazgos al descubierto. Siglos después, en 1945, durante la construcción del canal de la cercana localidad de Estremera, ya en la provincia de Madrid, apareció el denominado Tesoro de Driebes, compuesto por más de 13 kilos de piezas de orfebrería del s. III a.C. hoy expuestas en el Museo Arqueológico Nacional. Pero hubo que esperar hasta que, a principios de los 80, las investigaciones del profesor Jorge Sánchez-Lafuente concluyeran que los restos bajos la ermita del cerro de la Virgen de la Muela eran los de Caraca. 

Esta hipótesis fue posteriormente confirmada por el equipo que, desde hace nueve años, desarrolla un proyecto arqueológico en la zona. El trabajo está dirigido por un equipo multidisciplinar encabezado por Emilio Gamo Pazos y Javier Fernández Ortea, y en el que también participan Saúl Martín y David Domínguez-Solera. Cada verano, el grupo lleva a cabo una nueva campaña de excavaciones, que continúa revelando valiosa información sobre el pasado de este enclave histórico. 

Un paseo por Driebes evoca a Caraca. Muchos muros y fachadas del pueblo están decorados con los cien grafitis, muchos de ellos dedicados a la Roma clásica y a la ciudad de Caraca, fruto del certamen de arte urbano Ruranos que el pueblo puso en marcha hace diez años coincidiendo con el descubrimiento del yacimiento. Además, los carteles de madera nos indican como ir hasta el yacimiento de Caraca, por el camino que pasa junto al cementerio, a poco más de seis kilómetros. 

Junto al cartel que avisa de la existencia del yacimiento en el Cerro de la Virgen de la Muela, cerca de la antigua ermita, varios carteles informativos con un código QR nos permiten conocer mejor la historia del yacimiento de la ciudad de Caraca. 

En el proyecto arqueológico, la ayuda de las nuevas tecnologías (dron y georradar) han permitido localizar restos de estructuras constructivas sepultadas que se han documentado sin tener que excavar la gran extensión que tuvo la ciudad romana y así saber cuál era el plano de la ciudad, y donde se requieren intervenciones tradicionales. 

Entre los hallazgos más notables se incluyen restos de una muralla, un acueducto de importantes dimensiones, un ustrinum (pira funeraria), termas y un foro, que evidencia la importancia de Caraca como núcleo urbano en la época romana, aunque se ha constatado que la ocupación de la zona ha sido larguísima en el tiempo. Y se han encontrado evidencias desde el Paleolítico a un oppidum carpetano y restos de una necrópolis de época visigoda

Desde 2017, al final de la campaña anual de excavaciones que se realiza en el mes de agosto, es cuando se da la oportunidad al público de ver una excavación arqueológica durante su desarrollo, con la celebración de una jornada de Puertas Abiertas el último jueves del mes, hacia el día 20 de agosto, cuando más restos se han exhumado y los investigadores tienen nuevos hallazgos de los que hablar a los visitantes. 

La fecha exacta de apertura y celebración de las visitas guiadas se puede conocer a través de los medios de comunicación, del grupo de Facebook del grupo Caraca y de la página web http://driebes.es/.

Además, José Luis Agudo, concejal de Cultura de Driebes, nos desvela ilusionado que el pueblo prepara la inauguración de un Centro de Interpretación para mayo de 2026, que estará instalado en una sala que se está acondicionando en la céntrica calle de la Paloma, junto a la plaza Mayor de Driebes. Volcado en que se conozca la historia de la ciudad de Caraca, Aguado es el autor de un video destinado a los más jóvenes para desvelarles los misterios de la ciudad perdida de Caraca: historia por descubrir. 

Recópolis: el corazón del reino visigodo

Vamos a dar un último salto en el tiempo y avanzaremos hasta el reino visigodo, pero sin movernos de la Alcarria. Tomamos la carretera autonómica CM-2032, y seguimos por la 404 y la 2029 hasta atravesar Zorita de los Canes; siguiendo las indicaciones, llegaremos a los restos de una ciudad única en Europa: Recópolis, en el Cerro de la Oliva. Fundada en el año 578 por el rey visigodo Leovigildo, la ciudad recibió este nombre en honor a su hijo Recaredo, quien pasaría a la historia por convertir el reino al catolicismo.

Hoy se ha convertido en un Parque Arqueológico que acaba de cumplir 20 años desde que se abriera al público, pero en el que se aún se continua investigando, y en el que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha proyecta nuevas y próximas inversiones.

Un amplio Centro de Interpretación, a la entrada del yacimiento, es nuestra primera parada. En sus amplias salas empezamos a conocer la historia de cómo se construyó la ciudad, cómo vivían sus habitantes y qué ocurrió después de la época visigoda. Hay maquetas, audiovisuales, vitrinas con algunos de los objetos encontrados en las excavaciones y paneles informativos que ayudan a imaginar cómo era la Recópolis de hace más de 14 siglos. También se explica el trabajo de los arqueólogos y los descubrimientos más recientes. 

En la sala de audiovisuales, un entretenido documental nos transporta al esplendor de Recópolis y completamos nuestras ganas de visitar el yacimiento disfrutando de una experiencia única, en la misma sala, de realidad virtual. A través de unas gafas adaptadas nos sumergimos en un ambiente que recrea con gran realismo una vivienda de la época visigoda y que nos permite vivir en primera persona las costumbres de la época visigoda.

Además, en otra de las salas de la instalación se llevan a cabo talleres, sobre todo para el público más joven.

Dejamos el edificio donde tanto hemos aprendido y subimos por una suave cuesta, accesible, y por la que las sillas de ruedas de varios miembros del grupo al que acompañamos ascienden sin excesiva dificultad. El paseo por las ruinas de Recópolis es un viaje al pasado, a hace más de 1.400 años, a una época de reyes, palacios y leyendas, y así nos lo hace sentir Angélica, una de las guías del parque.  

Los restos del palacio, la monumental estructura de la basílica, las huellas de calles pavimentadas nos permiten conocer un poco mejor el esplendor de una ciudad planificada desde cero, algo muy poco común en la Antigüedad tardía, y menos con la monumentalidad de esta, que la convirtieron en símbolo de poder y prestigio. El relato de la guía nos ayuda, sin duda, a reconstruir cómo vivían los habitantes de aquella época y qué papel jugaba la ciudad dentro del reino visigodo.

Con el paso de los siglos, Recópolis fue transformándose. Tras la conquista musulmana en el siglo VIII, la ciudad perdió protagonismo y algunas de sus estructuras fueron reutilizadas, pero los vestigios de la antigua ciudad visigoda quedaron enterrados, lo que ayudó a conservar buena parte de su trazado original, y que hoy podemos disfrutar.

Las espectaculares vistas del valle del Tajo y del Castillo de Zorita de los Canes desde el cerro donde se encuentra el yacimiento tampoco pasan desapercibidas. 

Nuestra visita ha durado poco más de dos horas, vamos a tomarnos un descanso y a degustar la gastronomía local en alguno de sus afamados restaurantes, a dar un paseo por la orilla del Tajo, en el Parque Fluvial, para después visitar el castillo fortaleza de origen árabe, habitado después por la Orden de Calatrava.

Estas visitas nos han acercado a la historia y la prehistoria de la provincia de Guadalajara, y aunque hemos conocido algunos de sus asentamientos más destacados, hay muchos otros yacimientos que merecen una próxima visita. Entre ellos se encuentran los arqueológicos de Los Rodiles, entre Mazarete y Anguita; la Cueva de los Casares, en la Riba de Saelices; La Cerca, en Aguilar de Anguita; los dólmenes del Romeral o los paleontológicos de Los Arroturos, en Paredes de Sigüenza; el yacimiento de Poyos, en Sacedón, o los hallazgos encontrados en Algora, Checa, El Atance o El Recuenco

 

Más información y reservas de visitas 

 

Textos: Susana Abella Adame

Fotografías: Raquel Triguero

Reportaje elaborado dentro del Convenio de la Diputación de Guadalajara con la Asociación de Prensa de Guadalajara